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Respaldo a El Gato
Premiar lo positivo


Mientras me bañaba, como si fuera la banda sonora de una película, en mi cabeza se repetía la melodía de Pink Floyd de nuevo: "We don’t need no education…". Estaba satisfecho con el trabajo. Sabía que esas ideas no iban a llegar muy lejos, que iban a quedarse en el salón de clases, pero se había propuesto algo. Esa sería la recompensa personal: haber colaborado hasta donde se podía.

Al vestirme, me llegó un pensamiento y detuve la música en mi cabeza. Yo no era un experto en inglés, pero creía haber descubierto en la canción un significado oculto para mí: Dos negativos dan un positivo: Simple aritmética. En español sería: No necesitamos de no educación y... simplificando sería: NECESITAMOS DE EDUCACIÓN. ¡Kata había tenido razón todo el tiempo! ¡No necesitamos de "cualquier" educación"! ¡Lo que necesitamos es de UNA BUENA EDUCACIÓN! ¡Ya había entendido!

Terminé de vestirme, tomé a Pera y seguí tarareando feliz y reconfortado hasta llegar al colegio y encontrar a Joakim esperándome para pelear. Ahí fue la escena de la pelea, la cual terminó con el alarido de Edwin en el salón:

—¡VÍCTOR RODRÍGUEZ, A RECTORÍA!

Le había roto la nariz al nuevo, iban a castigar al malo y en ese momento el malo era yo. Todo lo bueno no lo había sentido recompensado, pero ahora sólo por defenderme podían hasta expulsarme del colegio. ¡No podía ser!

Resulta que alguien le rompió su huevo-mascota y me echaron la culpa a mí. ¿Qué tal? ¡Eso era calumnia! Como diría Gato… ¡A la hoguera!

Mis ojos empezaron a escurrir lágrimas mientras esperaba al frente de la rectoría. Yo podía hacerme el malo, ser grosero, inocente, lo que fuera... pero sabía que no era una mala persona, así que sentí que todo era injusto.

No había nadie más que yo en esa fría sala de espera. Ni Doña Abigaíl ni su secretaria habían llegado al colegio. El timbre sonó y el bullicio de las personas se fue diluyendo lentamente con el sonido del reloj en la pared.

Me sentía confundido. ¿Por qué alguien la coge contra mí, si yo no había hecho nada? Al Juako ni lo determinaba. Al comienzo me dio curiosidad, lo acepto, pero de ahí no pasó. ¿Por qué le iba yo a romper su huevo? Bueno, si me uní al bullying alguna vez, pero creo que no era para tanto… Pero, ¿Quién me había culpado y por qué? Ahora resultaba ser yo el malvado que hería al compañero nuevo luego de haberle roto su trabajo. Se veía así, pero no lo era. Y además era extranjero… Ahí sí que mínimo suspendido. No podía ser. Mis papás me iban a castigar y se iban a decepcionar de mí. ¡Qué desastre! ¡Me han metido en la grande!

Todo esto sucedía en mi cabeza. La musiquita ahora me taladraba mis oídos. Bahh…Educación. ¿De qué me sirve ahora si me han acusado injustamente?

Escuché la puerta abrirse y cerrarse. Sorpresivamente Joakim fue dejado por la enfermera en la misma sala de espera. Apretaba con su mano derecha una gaza en su nariz tapándose la hemorragia y mirando al suelo. Estábamos solos los dos. No me dirigió su atención y se sentó en una banca al frente mío, lejos.

Yo sentí rabia al verlo. Estaba lo más de feliz esa mañana y llega este personaje y me amarga no sólo el día sino tal vez el resto de mi vida.

Muchas cosas pasaron por mi mente. Una de ellas iba cogiendo fuerza mientras esperábamos: “Si me van a castigar, que sea por algo que sí he hecho”. ¿Qué hago?

Decido que lo justo sería reclamarle

Decido controlarme y esperar










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