La pregunta me venía bien, pues nuestra propuesta había interesado a Edwin.
—Gaby… ¡Ha sido un rotundo éxito! —dije inclinando el cuerpo hacia atrás.
Noté cómo sus ojos se iluminaron y me miró con admiración:
—¡Qué bien, Viko! Yo sabía que tú podías salir con algo grande. ¡Cuéntame más!
—Eeeh —Había creado demasiada expectativa, así que inventé—… Si, Gaby. Edwin me llamó aparte y me dijo que había notado cualidades en mí que no tenían otros estudiantes, que seguro yo iba a ser el elegido. Esperemos a ver qué pasa.
—¿En serio? Y eso… ¿Cuándo fue?
—Eeeeh… La semana pasada.
—Eso está raro, porque ayer nos dijo algo muy parecido a mi grupo y a mí.
¡Oh, no! Vi su cara transformarse. La maniobra me había salido mal. —¡Qué raro! Debe ser una estrategia del profe —dije para enmendar la situación.
—Si, puede ser —respondió Gaby bajando la cabeza—. ¡Qué tonta fui! Yo creí que era cierto. Ya no me esforzaré tanto. Eso es pura estrategia del profe…
—Si Gaby. Yo también le creí. Qué triste… ¡nos engañaron!
El resto de la cita estuvo bien. Comimos pizza, reímos y decidimos que el Proyecto Planeta Tierra era una farsa.
Mi relación con Gaby crecía mientras mi colaboración en mi grupo disminuía. Poco a poco fui restándole importancia a reunirme con mis amigos. Me la pasaba de arriba a abajo con Gaby. Eso era para mí lo más importante en ese momento. Aunque la serenata nunca se hizo, ayudó a que Juako empezara a tocar los teclados junto con Jairo y se hiciera amigo de Cata y Richard. Nadie del curso clasificó a una segunda ronda de Proyecto Planeta Tierra. Me sentí mal. Seguramente Gabriela hubiera podido aportar mucho al proyecto, pero…tampoco es que fuera la única.